Comprendimos lo incomprensible…


«Unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo»
Nosotros, los magos de oriente, jamás nos hubiésemos imaginado aquello. Que un viaje tan largo y penoso.., que nuestra estrella presagiosa, nuestro saber y nuestra magia terminasen en un establo
¿No hablaban los libros sagrados de un rey de reyes, Señor de los señores, León de Judá, Jefe de Israel y líder de los pueblos, esperanza de la humanidad entera? ¿Es aquí y así como inicia ese extraño liderazgo? por trono ese establo…, esa comitiva formada por dos aldeanos de Nazaret, esa pobreza, esa total despreocupación de todos desde Herodes hasta el mesonero de al lado.
Pero, de pronto, volvió a lucir la estrella, exactamente «sobre donde estaba el niño»; y sobre ese oscuro paisaje, que por momentos abrumaba lo interior de nuestras almas, todo se iluminó. Y comprendimos.
Comprendimos lo incomprensible. Que las grandezas de Dios no coinciden con nuestras grandezas regias ni con nuestro saber, ni con los artilugios de nuestra magia


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