
Atravesar una hoguera es sentir el calor de la vida, renovar el aire del que queremos alimentarnos.
Arriesgarse ante el peligro de cruzar unos leños ardiendo sólo tiene sentido cuando por dentro hay un deseo profundo de desafiar a aquello que nos hace daño, aquello que no nos acerca a los demás ni a nosotros mismos.
Correr hacia la luz es el primer paso para dejarnos invadir por el calor de aquello que anhelamos, sin embargo no podemos quedarnos en el centro de la hoguera porque nos destruiría, moriríamos.
Encar_AM
www.reflejosdeluz.net